El desarrollo emocional del niño de 2 a 3 años varía entre la alegría y el enfado. Los niños de 2 a 3 años se muestran muy cariñosos con sus padres (los besan, se suben a su regazo, los abrazan, etc.), pero también pueden mostrarse disgustados cuando tienen que hacer algo que no quieren o no les gusta. Esta es la etapa de las famosas «rabietas».
El desarrollo emocional del niño de 2 a 3 años oscila entre dos polos opuestos: la alegría y el enfado.
Por lo general, a esta edad los niños son un encanto: se muestran espontáneos, alegres, risueños. Pero cada niño también tiene su temperamento. De forma que algunos niños se mostrarán más alegres si son extrovertidos o más tímidos si son reservados.
En líneas generales, podemos decir que los niños de 2 a 3 años muestran una gran energía, despliegan una actividad intensa, son impulsivos.
En el terreno emocional se muestran independientes, quieren hacer ellos solos las cosas (comer, vestirse,…), sin la ayuda de los adultos.
Esto se produce porque empiezan a ser conscientes de su individualidad como seres independientes de sus padres.
Ya empiezan a ser conscientes de su «yo», aunque todavía de forma rudimentaria.
A veces, puede ocurrir que ese deseo de independencia choque con los límites impuestos por los padres (como jugar en un lugar seguro, dar la mano para cruzar la calle…) y se produzca una rabieta, característica de esta etapa.
Las rabietas se producen cuando decimos al niño que haga algo o deje de hacerlo (dejar de jugar, recoger los juguetes, jugar con los primos, etc.) y éste se opone, aunque la actividad que le proponemos sea su favorita, utilizando la expresión «No quiero».
Entonces el niño reacciona llorando, gritando, pataleando… Incluso, en algunos casos, con agresividad o ira.
Además de las «temidas rabietas», los niños de 2 a 3 años también buscan el cariño y el afecto de los padres.
Las rabietas forman parte del proceso evolutivo del niño, de su necesidad de independencia y autoafirmación. Todos los niños tienen rabietas.
No obstante, los padres podemos moderar su intensidad si sabemos cómo manejarlas.
En esta etapa los niños se muestran espontáneos con sus sentimientos: buscan el regazo de sus padres, los besan, los acarician, etc.
Algunos niños muestran mayor predilección por su madre y algunas niñas se muestran más cariñosas con su padre. Pero ante cualquier posible problema (enfermedad, caída, etc.), los niños siguen teniendo preferencia por su madre.
Otra característica de esta etapa son los miedos. Como los adultos, los niños tienen miedo hacia ciertas figuras, sucesos o fenómenos que desconocen.
A esta edad es frecuente el miedo a las separaciones, el miedo a la oscuridad, el miedo a los monstruos, el miedo a los policías, etc.
Los padres debemos escuchar estos miedos, permitir a los niños verbalizar aquellas situaciones o cosas que les asustan.
Y, sobre todo, transmitirles seguridad y confianza en lugar de infravalorar o menospreciar estos miedos. Poco a poco desaparecerán.