Una de las claves para ayudar a los niños a perder el miedo (por ejemplo, a quedarse solos, a la oscuridad, etc.) es entender por qué se produce ese temor. Ainhoa Uribe, coordinadora del gabinete de psicología infantil AITTA, ofrece asesoramiento a los padres para que puedan ayudar a sus hijos a que superen sus miedos.
Una de nuestras usuarias, Olga, madre de dos niños, un bebé recién nacido y una niña de 3 años, nos escribe para pedirnos asesoramiento sobre los miedos de su hija.
Desde hace un tiempo su hija mayor duerme mal y tiene diferentes miedos: a los animales, a la cama, a estar sola de noche,…
A esto se le suma que sus padres le han quitado recientemente el chupete, la niña ha empezado un colegio nuevo al que se adapta bien (su autoestima ha mejorado y su timidez ha disminuido) y hace poco ha nacido… su hermana, que duerme con ellos en la cama.
Todas estas circunstancias han empeorado el sueño de la niña. La pequeña ha pasado de despertarse 1-2 veces por noche a levantarse unas 10-20 veces por noche, llorando y chillando. Sus padres, agotados, han intentado de todo para tranquilizarla: acudir a su habitación; castigarla en «el rincón», un sitio donde la dejan sola unos minutos sin nada divertido; comprarle un perro que da luz y una cortina con forma de castillo de princesas… Nada de todo esto ha dado resultado.
Sus padres creen que el miedo a estar sola de noche es superior a su hija, no puede evitarlo. Su madre comenta que se despierta por varios motivos: mosquitos que no la dejan respirar (tiene acúfenos debido a otitis de repetición), tos, sueño ligero… por lo que cuando se ve sola, entra en pánico y va en busca de sus padres, que ya no saben qué hacer para hacerla dormir.
Olga nos cuenta que pensado hacer un sistema de puntos, pero cree que su hija es muy pequeña todavía para esperar una recompensa a largo plazo. Se le ocurre que podría darle recompensas por ir menos veces a su cuarto, por ejemplo, un desayuno especial si va sólo 10 veces, luego 9, luego 8… y así hasta que logre dormir del tirón. Y añade: «pero no sé… Lo que hacemos ahora es acompañarla a su cama sin decir nada o como mucho darle un beso. Luego paseamos arriba y abajo del pasillo visitando su habitación hasta que se duerme (es mejor que quedarse sentados a su lado porque nos habla).»
¿Qué más podemos hacer?, nos pregunta la madre.
Nuestra experta en psicología infantil responde
Sí, parece que vuestra pequeña lo pasa bastante mal.
Hay que tener en cuenta que se le han juntado muchas cosas. Por un lado ha entrado en la “edad de los miedos” y por otro, ha empezado el colegio y tiene una hermanita.
No es sólo una cuestión de miedos. Aquí se mezclan celos y regresión evolutiva. Es normal que ante los cambios los niños vuelvan de nuevo a comportamientos que habían abandonado y nosotros creíamos superados. Entiendo que como padres estéis cansados, más si tenéis un nuevo bebé al que atender, pero el castigo lo único que hace es incrementar sus síntomas. Deberíais dividiros en dos a la hora de ir a dormir y cada uno atender a una niña, al menos durante una temporada.
Además, podéis intentar lo siguiente:
- Hablar con ella, de manera calmada (no en el momento justo de ir a dormir que es cuando ya está muy inquieta) y explicarle que todos los días hay que dormir para poder descansar y jugar al día siguiente, que vosotros le vais a ayudar en lo que necesite y que exprese qué es lo que quiere.
- Si quiere dormir en la casita, con muñecos, con el perrito de luz, dadle todos los apoyos que sean necesarios. Hay determinadas cosas que no podrá como, por ejemplo, dormir con vosotros en la cama (puesto que también está el bebé). Explicadle por qué no puede y dadle una alternativa.
- A lo mejor ella no puede dormir en vuestra cama, pero sí puede ser que vosotros os quedéis un poco con ella mientras coge el sueño. Es pequeña para hacer un programa de puntos complejo, pero sí se puede hablar de cosas más inmediatas, como por ejemplo algo que a ella le guste al despertar en función del número de veces que se haya levantado esa noche (el desayuno especial puede estar bien, sin que sea algo muy laborioso). Y, sobre todo, reforzadle mucho diciendo que es mayor y que ella puede.
- También se le puede contar un cuento. El de “la niña que no podía dormir por las noches…”, donde la protagonista sea una niña a la que le pasa algo parecido a ella y gracias a la ayuda de su oso mágico o de un amigo tipo “pepito grillo” consiga aprender a dormir sola y del tirón… y tanto ella como sus padres fueron muy felices.