El bebé humano nace con un grado de inmadurez mayor que el del resto de los mamíferos. Sin embargo, esto no quiere decir que nazca desprovisto de capacidades. Por el contrario, el bebé humano posee unas capacidades extraordinarias al nacer, que le permiten reconocer a su madre y motivar la protección y cuidado por parte de ésta hacia él.
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Inicio y mantenimiento de la lactancia
Desde el nacimiento, todos los mamíferos presentan una «secuencia comportamental definida» que conduce al inicio y mantenimiento de la lactancia. Esto es, una serie de acciones instintivas que le dirigen al inicio y mantenimiento de la lactancia.
Cada especie tiene su propia secuencia, pero se ha constatado que, sorprendentemente, lo determinante es la actividad de la cría, que es la que provoca una actitud cuidadora por parte de su madre.
De esta manera, los mamíferos, al nacer, poseen una serie de capacidades que le permiten desarrollar esta secuencia y provocar la orientación de protección y cuidado de su madre. Por ello, cuando se trata de bebé humanos, esto también sucede. Nuestros bebés nacen provistos de algunas capacidades asombrosas.
Instinto de supervivencia
Las capacidades de los bebés nada más nacer están relacionadas con su instinto de supervivencia. Si conocemos cuáles son estas sorprendentes capacidades, podremos tratar de no interferir en ellas para no frenarlas.
Capacidad de mamar correctamente
Una de las capacidades del bebé recién nacido es la capacidad de mamar correctamente: si se le permite estar en el lugar adecuado (apegado al pecho de su madre), el recién nacido será capaz de mamar de una manera adecuada.
El recién nacido es capaz de reconocer, por el olfato, la leche de su madre y distinguirla de la leche de otra mujer, gracias a la memoria adquirida durante la vida intrauterina. Así, al nacer, utiliza su olfato para dirigirse al pezón de su madre.
Capacidad de reconocer la voz de su madre
También es capaz de reconocer la voz de su madre y distinguir cuál es su lengua materna. Así, el oído le permite, también, reconocer a su madre.
El contacto piel con piel
Por otra parte, el sentido del tacto y las sensaciones kinestésicas también están muy desarrolladas al nacer. Tras el nacimiento, el bebé busca activamente tener la mayor parte de su cuerpo en contacto piel con piel con su madre. Este contacto táctil facilita la transmisión de afecto del bebé hacia su madre y esto influye en el desarrollo de esquemas cerebrales.
Al nacer, las percepciones sensoriales del bebé no poseen ningún filtro. El sistema nervioso del bebé no tiene capacidad de moderar los estímulos sensoriales. Por ello, experimenta todas las sensaciones de forma máxima. Así, la sobreestimulación de cualquiera de sus sentidos será experimentada como dolorosa por el recién nacido.
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