El distress transitorio es una dolencia típica de los bebés prematuros. Esta complicación, que responde a la inmadurez de los pulmones del recién nacido, es pasajera y no deja secuelas en el bebé. Requiere, eso sí, seguimiento para evitar que los síntomas empeoren. Generalmente, los médicos optan por administrar oxígeno al bebé con distress transitorio.
El distress transitorio del bebé prematuro es una forma de respiración jadeante y rápida. El bebé respira más de 60 veces por minuto.
Se nota, además, que el bebé prematuro tiene cierta dificultad para respirar: abre las ventanas nasales, mueve la barriguita, se le hunde la piel entre las costillas… todo ello a causa del esfuerzo.
El distress transitorio se produce porque dentro de los pulmones del bebé aún queda líquido y eso impide que los pulmones se llenen de aire.
En general, basta con vigilar que el bebé no empeore (pues los mismo síntomas ocurren en otras enfermedades del bebé prematuro). Probablemente, los médicos responsables hagan una radiografía al bebé prematuro y le administren oxígeno.
El distress transitorio no suele tener consecuencias pues, por definición, se trata de algo pasajero y que no deja secuelas en el bebé prematuro.