Se llama loquios a la mezcla de restos del revestimiento del útero y de secreciones de la herida que deja la placenta tras su expulsión, que salen por la vagina de la mujer a lo largo de los 20 días siguientes al parto. El sangrado debería cesar antes de la primera quincena. Los loquios pueden durar, en forma de flujo, hasta 6 semanas.
Después del parto suelen producirse pérdidas vaginales que se conocen con el nombre de loquios. Se trata de una mezcla de sangre y restos del revestimiento del útero que se han formado durante el embarazo, así como de las secreciones que se producen al cicatrizar la herida que deja la placenta tras su expulsión.
Durante los primeros días, los loquios tienen un color rojo intenso y en ocasiones, van acompañados de coágulos de sangre. Después, el flujo adquiere un tono más oscuro y , a medida que disminuye la cantidad, se vuelve amarillento o blanquecino.
La desaparición total de este flujo suele ocurrir a partir de los veinte días después del nacimiento del bebé, aunque puede llegar a durar hasta 6 semanas.
En el caso de que el flujo tenga mal olor o si las pérdidas sanguíneas continúan produciéndose de forma abundante después de los primeros quince días, es aconsejable acudir al médico. También si aparecen episodios de fiebre, ya que pueden deberse a la persistencia de restos de fragmentos de membranas placentarias en el organismo de la mujer que pueden producir algún tipo de infección.
No se deben usar tampones durante este periodo para evitar posibles infecciones. Lo más recomendable es el uso de compresas de gran tamaño y cambiarlas con gran periodicidad.