Parto natural o parto en el agua, la emoción de sentir a tu bebé

Una madre abraza a su bebé recién nacido
Tengo un hijo de casi tres años que vino al mundo como se tienen los niños hoy en día, es decir en una clínica y con las prácticas más generalizadas y habituales en este país: gotero de oxitocina, epidural desde los 2 centímetros de dilatación, rotura manual de la bolsa y unas 12 horas desde que ingresé hasta que por fin pude disfrutar del bebé recién nacido en mis brazos.
El niño nació precioso, calvorota, redondito. Se enganchó bien al pecho, al cumplir los dos meses empezó a despertarse sólo una vez por la noche y se ha desarrollado con absoluta normalidad sin un pero. Hasta aquí todo bien. Sin embargo, me volví a quedar embarazada y esta vez quería intentar algo diferente: quería un parto natural.
La primera pregunta a la que me tuve que enfrentar fue la de ¿Por qué? ¿Por qué quería sentir dolor, en lugar de tener una epidural que me asegurara parir sin enterarme? ¿Por qué quería salirme de lo establecido, si mi primer hijo salió perfectamente y no ha tenido ningún problema?
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