Las bacterias presentes en la leche materna tienen un efecto protector frente a diversas enfermedades e infecciones (asma, alergias, enfermedades gastrointestinales) para los bebés amamantados. La leche materna tiene actividad microbiana, algo que repercute en importantes beneficios para el sistema inmunitario del niño. Esto abre campos muy importantes para la investigación de la leche materna.
La microbiología de la leche humana ha sido poco investigada, a diferencia de lo que ocurre con las leches de vaca, oveja o cabra.
Esto se debe a que estas últimas se comercializan y su precio depende de su calidad bacteriológica. Hasta hace poco se consideraba que la leche materna humana era estéril, pero actualmente se sabe que esto no es así.
De la leche humana se cultivan algunas bacterias (Staphylococcus, Enterococcus, Lactococcus, etc). Entre ellas destaca Staphylococcus epidermidis, que se encuentra en la leche de casi el 100% de las mujeres lactantes sanas.
Su concentración en la leche es muy elevada (más de 1.000 unidades formadoras de colonia/ml). Por tanto, esta especie es una característica específica de las heces de lactantes.
Últimamente, también se ha confirmado que la concentración de lactobacilos y enterococos es superior en la leche de bebés que reciben leche materna que en los alimentados con leche artificial.
Estas bacterias se han encontrado en países de niveles socioeconómicos y latitudes muy diferentes. Por tanto, esto indica que su presencia no se debe a contaminación de la leche, sino a que son la microflora natural de ésta.
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¿Qué papel desempeñan estas bacterias?
La leche materna es fundamental para el desarrollo de la microflora intestinal del recién nacido. Aporta una cantidad continua de bacterias durante toda la lactancia y prepara el intestino para digerir todos los alimentos posteriormente.
La flora intestinal del lactante es un reflejo de la de la leche materna. El número de especies es bajo durante la lactancia, si la madre está sana.
Con el inicio del destete aumenta el número de bacterias intestinales. La introducción de alimentos sólidos varía la composición de la flora intestinal del bebé. Ésta depende de la dieta y, por eso, se observan grandes diferencias entre los bebés que reciben leche de la madre y los que no.
¿De dónde proceden los microorganismos de la leche materna?
Se piensa que pueden proceder del intestino de la madre y llegar a la glándula mamaria por vía vertical (sangre) u otra vía interna (unidas a algunas células).
De la leche materna pasarían al intestino infantil que sería colonizado. También se ha observado la traslocación de lactobacilos y enterococos de mujeres embarazadas sanas al líquido amniótico, proceso que es beneficioso para la gestación y que se asocia a menos partos prematuros.
Las bacterias unidas a diversas células intestinales (células dendríticas o macrófagos) pueden propagarse a mucosas distintas de las del aparato digestivo (aparato respiratorio y genitourinario e, incluso, las glándulas mamarias).
Es decir, que se establece una ruta interna, denominada ruta enteromamaria, durante los últimos meses de la gestación y la lactancia. En estos períodos se acumulan células del sistema inmunitario de origen intestinal en las glándulas mamarias que luego pasan al lactante.
La leche humana podría usarse como bioterapia
Se ha comprobado que las bacterias comensales intestinales evitan las infecciones. Por tanto, la lactancia es muy favorable para el recién nacido también en este aspecto.
Algunas bacterias de la leche materna ayudan a prevenir enfermedades o, dicho de otro modo, la leche materna tiene actividad antimicrobiana.
La leche materna es lo único que ingieren muchos recién nacidos y, en consecuencia, el aislamiento de bacterias beneficiosas de la misma sería muy útil para los sectores biomédico y bioalimentario.
Estas bacterias podrían servir como factores de transmisión de sustancias beneficiosas a recién nacidos enfermos o con problemas.
Este hallazgo abre nuevas perspectivas sobre el papel biológico de la lactancia materna.
Recordemos que entre las bacterias aisladas de la leche materna se encuentran especies del género Lactobacillus que se incluyen habitualmente en productos alimentarios probióticos.
Las bacterias lácticas forman barreras muy importantes en las mucosas para la prevención de enfermedades.