La edad de entre 3 y 5 años es fundamental para la adquisición de hábitos de alimentación adecuados. Si bien es cierto que estos hábitos han de fomentarse desde el inicio de la alimentación complementaria, entre los 3 y los 5 años el niño ya está más preparado para comprender ciertas pautas de alimentación. El papel de los padres es fundamental para ello.
La alimentación del niño de 3 a 5 años viene marcada por la alimentación del niño en edades anteriores. Pero siguiendo el desarrollo normal del niño, se supone que entre los 2 y los 3 años de edad, la dieta de los niños es muy parecida a la del adulto pero en una cantidad mucho menor.
En estas edades, la diversidad de alimentos que el niño conoce ya es amplia. Coincidiendo con la etapa de la explosión del vocabulario, los niños de entre 3 y 5 años deben ir aprendiendo cada vez más nombres de los distintos alimentos. Ya se les puede enseñar a diferenciar distintos tipos de carne, de pasta o de frutas y verduras. Por ejemplo, muchos niños llaman «chicha» a todo tipo de carne. Ahora sería un buen momento para empezar a enseñarles cuál es la ternera, cuál es el pollo o cuál es el pavo.
Asimismo, entre los 3 y 5 años los niños comienzan a interiorizar normas sociales y a querer ajustar su conducta a las mismas. Por ello, en esta etapa es cada vez más importante organizar las comidas como un acto social, en familia. Es un buen momento para transmitir buenos hábitos de comportamiento en la mesa como por ejemplo, recoger la mesa cuando se termina de comer.
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Fomentar hábitos de alimentación en niños de 3 a 5 años
Los buenos hábitos de alimentación han de fomentarse desde el comienzo de la alimentación complementaria del bebé (en torno a los 6 meses de edad). Para facilitar los hábitos de alimentación adecuados en los niños de 3 a 5 años, pueden seguirse algunos consejos:
Nunca trates de obligar a comer al niño.
Alimentarse es una necesidad biológica. Pero tratar de obligar a comer a un niño cuando no tiene hambre puede generar un problema de alimentación en un niño sano. Cada niño tiene necesidades distintas en cuanto a la cantidad que ha de comer. Los padres deben respetar estas necesidades sin tratar de forzar al niño a que siga comiendo cuando ya está saciado.
Ejerce como modelo adecuado de alimentación.
Puesto que los niños aprenden por observación e imitación y sus principales modelos a seguir son sus padres, tenderán a imitar los hábitos de alimentación de los mismos. Por lo tanto, si los padres llevan una dieta sana, variada y equilibrada, los niños tenderán a alimentarse de la misma manera.
Ten en cuenta las preferencias del niño al comer.
Dentro de la gama de alimentos variados y sanos que ofrecemos a los niños, es importante respetar los gustos del niño y sus necesidades en cuanto a cantidad.
Así, por ejemplo, si a un niño no le gustan las acelgas pero le encantan las espinacas y las judías verdes, le daremos más veces espinacas que acelgas, o no le daremos acelgas.
Haz del momento de la comida un momento para compartir.
Comer con el resto de la familia (siempre que sea posible) y los mismos alimentos que los demás ayuda al establecimiento de hábitos de alimentación adecuados para los niños. La hora de comer ha de ser un rato agradable, compartido, en el que se conversa y se disfruta de la compañía del resto de la familia.