La educación es un derecho fundamental para el desarrollo personal y colectivo, y también constituye la mayor fuente de progreso social, económico y cultural. Y es probablemente, el medio más efectivo para eliminar la pobreza, controlar el crecimiento demográfico y garantizar la democracia y la igualdad. Hoy en día más de 120 millones de niños y niñas en edad escolar no asisten a la escuela. La mayoría, casi dos tercios (más de 70 millones), son niñas. ¿Por qué esta diferencia?
La educación debe ser entendida como un compromiso de todos, basado en la construcción de acuerdos, coordinación de acciones y políticas públicas pues la educación por sí sola no puede producir todos los cambios necesarios.
Los niños y niñas pueden ver negado su acceso a la educación por diferentes razones: por su origen étnico, a causa del VIH/SIDA, por un exceso de trabajo que les impide acudir a la escuela, por su origen urbano o rural, a causa de la pobreza, por sufrir alguna discapacidad, a causa de una mala salud o estado nutricional, por situaciones de conflicto o inestabilidad, por la falta de apoyo de sus familias, por la falta de protección legal, por una excesiva distancia del colegio, etc.
Pero, cuando se trata de una niña, a estas razones se le suma las concepciones culturales en torno al género femenino. De esta manera la discriminación es doble. Sólo el hecho de nacer niña, hace que millones de pequeñas vean negado su derecho a una educación de calidad.
Hoy en día, nadie niega los beneficios que la educación tiene para las niñas y la sociedad en su conjunto en términos de desarrollo humano. Ésta permite a las mujeres tener un mayor control de sus vidas y las provee de habilidades para contribuir a sus sociedades desde su participación social, política y laboral. Educarse les permite tomar sus propias decisiones e influir en sus familias.
Las mujeres que han disfrutado la oportunidad de educarse tienen mayores oportunidades y opciones de vida. Tienen más voz en los asuntos familiares y de la comunidad y es más probable que participen en la toma de decisiones en el ámbito político, social y económico. Tienen más habilidades y recursos para protegerse contra el VIH/SIDA y para movilizarse contra las prácticas perjudiciales para su salud, como la mutilación genital femenina; se casan y tienen hijos más tarde porque eligen hacerlo así.
Si son madres, es más probable que envíen a todos sus hijos e hijas al colegio. Además, suelen tener hijos e hijas más sanos, y tienen embarazos más saludables, reduciéndose así la mortalidad materna. Tienen mayores oportunidades en el futuro de conseguir un trabajo y contribuir a la economía formal. Esto beneficia a los ingresos individuales y de los hogares, y ayuda a estimular el crecimiento económico.
Además, la atención a las niñas también beneficia a los niños varones, ya que la educación de las niñas ayuda a asegurar igualdad entre niños y niñas al hacer visibles actitudes y comportamientos que mantienen las disparidades y la discriminación.
Todo ello contribuye a asegurar sociedades más justas, igualitarias, no-violentas y centradas en las personas. Todos y todas finalmente nos vemos beneficiados. Todo ello contribuye a asegurar sociedades más justas, igualitarias, no-violentas y centradas en las personas. Todos y todas finalmente nos vemos beneficiados. Fuente: UNICEF