Consulta las recomendaciones que proporciona «La Guía Práctica del Buen Trato al Niño», elaborada por diversas asociaciones de pediatras.
Entre otros muchos factores, el comportamiento de nuestros hijos depende, en parte, de su edad. Y los padres tenemos que ajustar nuestros niveles de exigencia e implicación con los niños a medida que estos crecen y cumplen años. Aunque esto pueda parecer una obviedad, no lo es tanto.
Para que nuestros hijos se sientan útiles, autónomos y contentos de sí mismos, los padres debemos proprocionarles tareas adecuadas a su grado de desarrollo. Por ejemplo, a medida que los niños se van haciendo más independientes, los padres debemos enseñarles a que colaboren con nosotros (p. ej. poner la mesa y recogerla, ordenar la habitación, etc.).
«Proporcionar tareas adecuadas a nuestros hijos hace que estos vayan asumiendo un mayor número de responsabilidades tanto dentro como fuera del contexto familiar«, señalan los pediatras en la presentación de «La Guía Práctica del Buen Trato al Niño», un manual muy útil para padres.
El libro ha sido editado conjuntamente por la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP), la Asociación Española de Pediatría (AEP), la Asociación Madrileña para la Prevención del Maltrato Infantil (APIMM), la Fundación Prandi de Pediatría Extrahospitalaria, la Sociedad de Pediatría de Madrid y Castilla – La Mancha, y la Sociedad Española de Pediatría Social (SEPS).
ÍNDICE DE CONTENIDOS
Cinco ideas fundamentales para la educación del niño
En esta guía, se recomienda a los padres tener en cuenta los siguientes factores para favorecer el desarrollo evolutivo del niño:
- Comprender el comportamiento de los hijos en diversas situaciones teniendo en cuenta la etapa evolutiva en la que se encuentran. (p. ej. no es lo mismo el comportamiento de un niño de 2 años que el de uno de 10).
- Ajustar las expectativas sobre el comportamiento de los hijos en función de sus diversas características de edad y circunstancias personales, lo que facilitará desarrollar el respeto mutuo entre padres y madres e hijos y un clima de relación positivo para la convivencia familiar.
- Configurar una adecuada valoración de uno mismo como adulto que contribuya a generar la asertividad y la seguridad personal, necesarias para afrontar los diversos retos de la vida familiar, personal, laboral y social. (p. ej. saber decir no en los momentos oportunos y mostrar seguridad en uno mismo).
- Regular las emociones en momentos de inquietud, tensión o conflicto familiar, de modo que se facilite encontrar respuestas adecuadas a la situación planteada y respetuosas con las necesidades de las personas implicadas. (p. ej. mantener la calma y no perder nunca los nervios).
- Fomentar en los hijos la aceptación de sí mismos, tanto en lo que respecta a sus potencialidades como a sus limitaciones, para que puedan configurar patrones de pensamiento y de conducta cooperativos tanto en el ámbito familiar como escolar y social. (p. ej. cada uno de nosotros somos seres únicos y aceptarlo es fundamental para el desarrollo personal)