La lactancia materna y el vínculo afectivo son dos mecanismos naturales que propician la supervivencia del recién nacido, pues le impulsan a alimentarse y a buscar contacto permanente con su madre. Esto es lo que le ayuda a obtener protección, cobijo y alimento. Por ello, es importante comprender estas necesidades (lactancia materna y contacto) y tratar de satisfacerlas.
Es bien sabido que el ser humano es el mamífero que nace con un mayor grado de inmadurez, si se compara con otras criaturas.
Esto provoca que la infancia del ser humano sea sensiblemente más larga que la de los demás mamíferos.
Asimismo, el bebé humano necesita del cuidado y protección del adulto para garantizar su supervivencia durante un período más largo de tiempo que otros animales.
No obstante, esta inmadurez del bebé humano al nacer no implica que nazca desprovisto de capacidades naturales que le ayuden a procurarse y demandar los cuidados que necesita para garantizar su supervivencia.
Así pues, el bebé humano nace con un repertorio de asombrosas capacidades que le orientan a conseguir el cuidado necesario por parte de su madre.
El bebé, al nacer, pone en marcha estrategias naturales relacionadas con su instinto de supervivencia; es decir, las dirigidas a conseguir la atención y el cuidado por parte de su madre, que le permitirán sobrevivir y desarrollarse.
Estas estrategias están basadas en el desarrollo del vínculo afectivo y la instauración de la lactancia. Estos dos aspectos (vínculo y lactancia) son los mecanismos naturales del bebé y su madre para garantizar el bienestar del bebé.
A través del establecimiento del vínculo afectivo, la madre se orienta a la protección y el cuidado de su bebé de una manera natural. Asimismo, la lactancia materna garantiza el alimento y la satisfacción de la necesidad de contacto del recién nacido.
Aunque hoy en día el ser humano dispone de recursos modernos que permiten la supervivencia de los recién nacidos, aunque no haya lactancia materna ni un vínculo afectivo con la madre, el impulso natural del bebé sique siendo el mismo, no ha variado: necesita lactancia y contacto.
Del mismo modo, el establecimiento del vínculo afectivo y de la lactancia materna sirve de guía natural para la madre, orientándola a cubrir las necesidades físicas y afectivas de su bebé.
El instinto de succión y de búsqueda de contacto del bebé son esenciales al nacer, porque son los primeros en ponerse en marcha para asegurar la supervivencia del recién nacido. Esto se consigue mediante el contacto estrecho con la madre.
Por lo tanto, el recién nacido humano está naturalmente programado para buscar ese estrecho contacto casi permanente con su madre durante los primeros meses de vida. Asimismo, la reacción natural de la madre es responder a esta necesidad de contacto satisfaciéndola.