¿Por qué quieren estar en brazos los bebés?

Coger al bebé en brazos le proporciona seguridad
Todos hemos podido observar que los bebés, generalmente, quieren estar en brazos. Reclaman que su madre o su padre les tome en brazos. Esto les consuela cuando están tristes y les aporta mucho bienestar.
Pero en nuestra cultura, muchas veces, se teme tomar al bebé en brazos por miedo a “malcriarlo”. En muchas ocasiones, las personas cercanas al bebé y a su madre comentan que no se debe coger al bebé en brazos porque “se va a acostumbrar” o a volverse dependiente.
Esta tendencia a recomendar no coger a los bebés puede causar muchas dudas a la madre y mucho malestar al bebé.
Cuando nacen, los bebés pasan de un entorno cálido, tranquilo y confortable, que es el útero materno, a un mundo nuevo, desconocido. En este nuevo entorno, los bebés necesitan sentirse seguros, protegidos. Y esa sensación de seguridad la aporta el contacto con su madre.
Estar en brazos de su madre o de su padre proporciona al bebé seguridad, comodidad, tranquilidad y bienestar. Pero en nuestra sociedad disponemos de una gran variedad de artículos (cochecitos, cunas, hamacas…) que surgen para facilitar la vida a los adultos, pero también suponen una barrera física entre el bebé y sus padres.
En muchas ocasiones, cuando su madre o su padre lo deja en la cuna, trona o moisés, el bebé llora desconsolado, rechaza estar en ellos. Lógicamente, el bebé prefiere la cercanía y el calor de sus padres que estar solo en una cuna, por ejemplo.
Para los padres también es difícil dejar a su bebé en su cuna o cochecito y verle llorar desconsolado. Pero muchas veces, por el miedo a “malcriarlo” lo dejan llorar en vez de tomarlo en brazos.
En este artículo sobre bebés en brazos:
¿Por qué quieren estar en brazos los bebés?
De forma innata, el bebé busca la protección que le garantice su supervivencia. Esta protección la encuentra en los brazos del adulto. El bebé pequeño depende del adulto para alimentarse, desplazarse, protegerse del frío o del sol; es decir, depende del adulto para sobrevivir. Por lo tanto, es lógico que busque la proximidad con el adulto.
Los primeros humanos no poseían ni cunas, ni cochecitos, ni hamacas. Cargaban a sus hijos en brazos y los mantenían cerca de sí para protegerlos de cualquier amenaza. Por tanto, parece razonable pensar que los bebés están predispuestos a reclamar la proximidad física con el adulto.
Del mismo modo, las madres estarían predispuestas a responder al reclamo de sus bebés, protegiéndoles, estando cerca de ellos. Por lo tanto, cuando una madre se reprime y no toma en brazos a su bebé cuando éste le reclama, está actuando en contra de su instinto y esto le genera malestar y sentimientos de culpa. Aunque esté actuando con la intención de “educar bien” a su bebé, a ninguna madre le agrada ver a su hijo llorar.
El miedo a crear niños dependientes
Muchas personas creen que los niños criados en brazos serán, el día de mañana, adultos dependientes.
Esto no es así. Durante los primeros meses de vida, los bebés necesitan contacto físico muy continuado con el adulto (podríamos decir que casi permanente). Este contacto les permite adquirir seguridad en su entorno, construir la confianza básica en el mundo que les rodea.
Así, a medida que van creciendo y su desarrollo cognitivo y motriz se lo permite, irán necesitando menos proximidad física con el adulto para orientarse hacia la exploración de su entorno, impulsados por su curiosidad innata. Si los bebés se sienten seguros y confiados en su mundo, podrán ser más independientes, puesto que tendrán menos miedos.
Por lo tanto, permitir a los bebés tener seguridad y confianza en el mundo que les rodea a base de responder a su necesidad de contacto les permite, en el futuro, actuar de forma independiente.
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