Hasta hace poco se creía que los bebés de semanas no podían apreciar diferencias con la vista. Sin embargo, cualquier padre puede comprobar, con un poco de paciencia, como su hijo sigue objetos con la mirada, mostrando preferencias por ciertos colores, patrones… Esto sólo es posible durante las breves etapas de “alerta tranquila”. Intentar mantener la atención del recién nacido es muy recomendable, pues es una forma de interactuar con él.
Ya desde las primeras horas, los bebés distinguen objetos y prefieren unos a otros. Cuando miran atentamente un objeto,
- abren los párpados
- dejan de chupar
- miran fijamente con los dos ojos
Entonces es posible comprobar que:
- les gustan los contrastes de luz y sombra
- les gustan los cambios
- prefieren colores vivos, contrastados
- prefieren patrones complicados, con muchos detalles a patrones simples
- prefieren superficies rugosas a lisas
- prefieren líneas curvas a rectas
- también prefieren el movimiento
No es casualidad, por tanto, que los bebés prefieran mirar imágenes con características similares al rostro humano: una imagen amplia, pero llena de detalles, con muchos contrastes y líneas curvas que a menudo se mueve.
Claro que no hará nada de esto en fases de sueño, llanto o somnolencia. Sólo durante las breves etapas de «alerta tranquila». Entonces, si tenemos la suficiente paciencia, el bebé nos mirará a la cara, incluso nos seguirá con la mirada girando despacio el cuello.
Sin embargo a tan temprana edad esto es un gran esfuerzo y el bebé «desconectará» o se quedará dormido en seguida. Si bien algunos otros bebés quedan «enganchados» a la imagen sin que hasta el momento se conozca la causa.
Hay que tener en cuenta que, al nacer, los bebés son en cierto modo miopes. Ven mejor aquellos objetos situados a 25 cm de su cara. Tampoco es una casualidad que esa sea la distancia a la que habitualmente se encuentra el rostro de su madre cuando lo alimenta.
El contacto «de ojo a ojo», mirar a la cara, es un elemento fundamental en la interacción humana.
Un bebé inquieto puede tranquilizarse si algo atrae la atención de su mirada (una luz, un objeto).