Hoy me gustaría reflexionar sobre la baja de maternidad, lo que debería ser y las propias paradojas que el concepto implica. Para empezar por la propia palabra “baja”, se supone que se trata de un periodo de descanso durante una enfermedad, o tras sufrir algún tipo de intervención que necesite de un proceso de recuperación. Pues que venga Dios y lo vea si a este “sinvivir” de leches, pañales, gasecitos y noches en vela se le puede llamar descanso. Yo llevo ya unas buenas semanas disfrutándola, y por utilizar una metáfora cinematográfica, digamos que me siento como Bill Murray en “Atrapado en el tiempo” (Aclaración para los que no hayan visto la peli: el pobre Bill es un periodista que ha ido a un pequeño pueblo de
la América profunda para cubrir las fiestas locales. El problema es que no sé por qué extraño sortilegio se despierta cada mañana en la misma jornada: “El día de la marmota”, y haga lo que haga no puede lograr que el tiempo avance). Pues bien, en esta etapa de mi vida yo soy Bill. Cada noche me levanto a las 4:15 (más o menos) a poner el chupete durante horas para engañar el hambre de Álex. Como el llanto resuena a mil decibelios en mi humilde y pequeña morada, Sarita se despierta y tengo que sofocar los aullidos en estéreo con ayuda de mi marido. Para entonces ya está amaneciendo, total, que ya le doy la toma al pequeño, le saco los aires, preparo el desayuno, visto a la niña para la guardería…y sobre las 10:00 am. llega el silencio a la casa. Este ansiado momento de paz no dura mucho, y aunque parezca mentira, me da cierta angustia. Así que tengo que enchufar la tele para que me haga compañía.
He aquí uno de los vicios que he adquirido desde que estoy de baja: soy teleadicta, pero de las cutres, no de los documentales de la 2, que va. A mi lo que me va últimamente es Ana Rosa, Arguiñano, el Tomate… (Todo empezó en el hospital. Como con el segundo niño apenas tenía visitas…) ¡Qué lástima!, dirán algunos. Pues sí, yo también lo creo. Ya no necesito ni mirar la hora para las tomas. La tele se ha convertido en una especie de reloj de sol: Channel nº4, las 17:00, Gente, las 20:00… Gracias a Dios hay que recoger a Sarita de la guardería, sacar al bebé a pasear, hacer la compra… Así me obligo a salir de la cueva. Seguro que este síndrome tiene nombre y apellidos; espero que no sea muy grave. La cuestión es que cada día es igual al anterior, como en la peli, y solo tengo la conciencia de que el tiempo pasa porque Álex crece y ya no le valen los pijamas del mes pasado.
Todo lo anterior suena un poco a madrastra, pero que nadie se lleve a engaño: yo estoy loca con mi niño. Es un solete que me despierta a las 4 de la mañana, pero con una sonrisa de oreja a oreja. Yo le adoro hasta un punto casi edípico. Ahora bien, el problema es que no habla, y nuestra comunicación se ve limitada a los ajitos, los cinco lobitos y el cucu-tras… y claro, yo, pues o me comento a mi misma o hablo con los de la tele (que son mis nuevos mejores amigos).
PD: En momentos de extremo bajón he llegado a tener pensamientos impuros (del tipo: ¡oh, quiero volver a la oficina!, despotricar contra mi jefe, y currar mis 8 horitas).¿Te consideras buena madre? (yo solo a ratos) ¿Crees que son suficientes las 16 semanas de baja? ¿Echas de menos tu vida laboral? ¿Te sientes valorada por tu compañero durante este periodo?
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