Son muchos los jóvenes que tienen o desean tener un tatuaje. Alrededor del 26 % de los españoles menores de 29 años tienen uno en su cuerpo. Para los padres es necesario entender que es lo que hay detrás de una decisión de este tipo, cómo y por qué se lo hacen y los riesgos que entraña y así ayudarles a tomar decisiones acertadas.
Hacerse tatuajes en una costumbre milenaria que se ha convertido en una moda entre los jóvenes bien como demostración de rebeldía, para distanciarse de los padres y profesores o para identificar su pertenencia a un grupo o “tribu”.
El tatuaje es también un ornamento pretendidamente bello en la mayoría de los casos, por eso la elección del dibujo y de los colores así como el lugar del cuerpo donde se va a pintar forman parte del ritual en la que se ve inmerso el joven que decide hacérselo.
Todo el proceso de tatuado se comparte con los amigos y novias o novios, desde la idea inicial hasta el resultado final.
Muchos grandes ídolos del deporte, la música, el cine o la televisión, admirados por los jóvenes tienen su cuerpo tatuado; a algunos no les queda casi piel sin pintar. Si ellos lo hacen y triunfan por qué no va hacer uno lo mismo con su cuerpo.
¿Cuántos adolescentes están tatuados en España y donde tienen el tatuaje?
Aunque no existen cifras oficiales, un 26 % de los jóvenes españoles de 18 a 29 años declaran haberse hecho un tatuaje; el porcentaje no distingue entre chicas y chicos.
Ellas sin embargo suelen preferir hacérselo en el tobillo mientras que para ellos los brazos, tobillos y espalda suelen ser los lugares elegidos.
Por otro lado a la hora de elegir el centro donde hacérselo en España existe una enorme oferta. Mientras que en 1996 había unos 100 estudios, hoy llegan a los 2.000 repartidos casi en cualquier lugar de España.
¿Por qué se tatúan los jóvenes?
En la juventud el sentido del riesgo no está tan desarrollado como en edad adulta y pensar en el largo plazo no forma parte de la personalidad de muchos de ellos.
Tatuarse es un acto que encaja muy bien con el carácter rebelde de los jóvenes, con el sentirse diferente (los tatuajes son dibujos personalizados, seleccionados cuidadosamente y que suelen trasmitir un mensaje propio) y al mismo tiempo sentir que pertenecen a un grupo (se tatúan porque se quieren identificar con un grupo y que el grupo les admita).
En el caso de que a un padre no le guste que su hijo se haga un tatuaje muy probablemente tenga poco que hacer para evitarlo. Cumplida la mayoría de edad será libre de acudir a un centro de tatuaje para pintarse uno y los padres solo se enterarán si el tatuaje es visible o decide enseñárselo.
Los jóvenes deben conocer los riesgos que un tatuaje permanente supone para su salud y para su futuro por eso es importante que los padres sepamos cómo se hace, que riesgos entraña y como elegir el centro apropiado. Te los contamos en la segunda parte de este artículo.
Por eso estar informado e informar a un hijo de los riesgos que ello supone es fundamental para que el joven no tome una decisión de la que luego se arrepienta.
No hay que esperar a la mayoría de edad para hablar de ello. “Tatuarse si o no” es un interesante tema de conversación y debate con nuestros hijos en la preadolescencia y que impulsará o reforzará el clima de conversación y diálogo que debe existir en una familia.
¿Cómo se hace un tatuaje?
Lo habitual es que el joven acuda al centro con un diseño propio aunque también puede ser que proponga una idea para que el tatuador le muestre su catálogo de dibujos en el que elegir uno.
A partir de aquí se debe establecer una relación en la que se trasmita confianza entre las partes. El joven debe tener claro en qué parte del cuerpo quiere hacerlo, teniendo en cuenta que hay lugares más dolorosos, lugares donde el dibujo es más visible y zonas del cuerpo donde existe más riesgo. Lo veremos más adelante.
Es conveniente que conozca posibles complicaciones médicas que pueda tener como riesgos cardiacos, eczemas, impétigos, cualquier tipo de alergias sobre todo a jabones o apósitos, riesgos de desmayos o enfermedades de trasmisión por la sangre y confirmar con un especialista médico la idoneidad de realizarse el tatuaje. Si se está ambarazada está totalmente desaconsejado realizárselo.
El proceso de la producción del tatuaje comienza con la creación de una plantilla que suele ser ahuecada (“stencil”) y se dibuja pasando por encima de ella para realizar la copia exacta en la piel. Aunque tatuadores más experimentados son capaces de hacer el dibujo directamente en la piel copiando un dibujo.
Previamente se habrá limpiado la zona del cuerpo con alcohol o algún antiséptico y se untará con una capa fina de vaselina o similar.
El tatuaje en la piel se realiza con una aguja impregnada en tinta.
Mientras que antiguamente se hacía manualmente pinchando repetidamente siguiendo el dibujo y golpeando sobre una varilla con un martillito, hoy se utilizan unas máquinas que perforan la piel superficialmente y a una velocidad de alrededor de mil pinchazos por minuto. El contorno se hace con una aguja de una o dos puntas pero para el rellenado de colores se utilizan agujas que pueden ser de hasta 10 puntas. y se va limpiando la sangre que se expulsa. La duración del proceso dependerá del tamaño del dibujo aunque puede ser unos 15 minutos.