El autismo es un trastorno generalizado del desarrollo, cuyos síntomas empiezan a manifestarse durante el primer o el segundo año de vida del niño. Es importante que los padres conozcamos estos síntomas para poder detectarlo de manera precoz y favorecer, así, su tratamiento temprano.
Se trata de un trastorno profundo del desarrollo infantil.
Afecta sobre todo a la capacidad de comunicación y de interacción social.
También se dice que es un «trastorno del vínculo».
Afortunadamente es un trastorno bastante raro (5-10 casos por cada 10.000 niños).
En este artículo sobre el autismo:
Hasta el momento, la causa es desconocida.
Algunos niños que padecen un trastorno cerebral concreto, como pueden ser las infecciones congénitas por virus, la hidrocefalia, encefalitis, intoxicaciones, trastornos metabólicos o degenerativos…, pueden tener manifestaciones similares en su comportamiento.
Suele empezar a manifestarse durante el primer año de vida en el 25% de los casos y durante el segundo en el 50%.
Lo primero que llama la atención es la alteración de la comunicación que puede detectarse porque el bebé:
- No mira a la cara de la madre.
- No responde a las sonrisas ni a las palabras.
- No muestra interés por las cosas, los juegos, ni las personas.
- No busca consuelo en los brazos de quienes le cuidan.
Además pueden observarse movimientos anormales como por ejemplo:
- Balanceo constante del cuerpo.
- Aleteo de manos.
La actividad y el juego del niño autista se caracterizan porque:
- Parece atraído por algunas cosas como un ventilador que gira, unas luces que se mueven…
- Sus manipulaciones son mecánicas, repetidas. No utiliza los juguetes para jugar, sólo los manosea, se los lleva a la boca o los tira.
- Insiste en seguir rutinas. Se angustia mucho y se puede poner agresivo si esas rutinas son alteradas.
El lenguaje también está alterado. Puede ser de tipo inmaduro, como repeticiones, o una jerga sin sentido. No aprenden el uso de pronombres y se nota alterada la «melodía» del habla. Algunos niños autistas no hablan en absoluto y otros repiten de carrerilla frases o cantinelas (por ejemplo, un anuncio de televisión).
A medida que el niño crece, las manifestaciones pueden ir cambiando. Algunas mejoran y otras empeoran.
Es muy importante que los padres y los pediatras conozcan las manifestaciones precoces del autismo para iniciar cuanto antes una terapia.
La terapia requiere enorme dedicación por parte de los padres y profesionales. Se trata de lograr la integración social del niño. Para ello conviene contar con un equipo multidisciplinar de psicólogos, logopedas, trabajadores sociales, pediatras, terapeutas familiares, rehabilitadores, pedagogos…
Existen asociaciones de padres de niños autistas en todas las comunidades autónomas. Las familias necesitarán el apoyo de los profesionales y de la comunidad, por el gran desgaste que supone atender en su seno a un niño autista.