Verónica, madre de una niña de 2 años, nos pregunta desesperada qué hacer cuando su hija tiene una rabieta tan intensa que, incluso, le pega, le muerde, … Johana nos cuenta que desde que está de nuevo embarazada, su niño de 2 años y medio grita, escupe, babea y se ha vuelto a hacer pis encima. En cambio, Mariló tiene mellizos. Uno de ellos tiene intensas rabietas. Su preocupación es que su hermano lo imite. ¿Qué hacer para manejar este tipo de rabietas?
Ainhoa Uribe, coordinadora del gabinete de psicología especializado en la etapa infantil AITTA, responde:
La edad de 2 años es el momento «álgido» de las rabietas. Los bebés dejan de serlo y se convierten en niños. Empiezan a darse cuenta de que son una persona diferente a sus mamás y de que ya no tienen que hacer lo mismo que sus madres todo el rato. Son independientes y pueden decir «NO».
Decir no y llevar la contraria les ayuda a crecer y favorece el desarrollo de su personalidad, independencia y autonomía, pero evidentemente no dejan de ser niños muy pequeños, que no pueden hacer todo absolutamente solos.
Así que cuando sus aspiraciones de hacer lo que quieren se frustran: gritan, lloran, patalean y pegan. Los niños son todavía muy pequeños para poder expresar su frustración a través del lenguaje o del pensamiento. Por eso, la «silla de pensar» (que aplica Verónica con su hija) no suele funcionar a estas edades (pero es un recurso práctico para los 4 o 5 años).
No hay maldad en la rabieta. No lo tomemos como algo personal. El niño ni siquiera tiene intención de hacer daño cuando pega. La rabieta es su forma de expresar el enfado y la frustración.
Lo mejor es observar cuáles son las ocasiones en las que estalla. Generalmente coinciden con el momento en que se les dice que dejen de hacer algo que les gusta.
En este artículo sobre rabietas:
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Consejos para manejar las rabietas
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Explicarles con claridad la secuencia de las cosas: «ahora vamos a jugar un ratito y después hay que cenar. Cuando yo te avise, dejamos los juguetes«.
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Advertirles del paso del tiempo: «quedan solo 5 minutos, en 2 minutos nos vamos a cenar/dormir/o lo que sea«.
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Darles opciones para que puedan elegir. Esta situación les ayuda a sentir que hay cosas que pueden escoger y que no todo viene impuesto: ¿quieres jugar, leer cuento o ver una película? ¿Cenar arroz o macarrones? No formular preguntar abiertas: ¿qué quieres cenar? (es una elección demasiado amplia para su edad).
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Valorarles mucho cuando lo hagan bien: «Hoy lo has hecho fenomenal, te estás haciendo mayor y ya sabes que cuando toca cenar hay que dejar los juguetes«. Siempre valorar lo mayores qué son y cómo entienden ya las cosas.
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A la hora de dialogar con ellos, formular siempre en positivo. En vez de «si no comes, no juegas«, mejor «termina rápido y así podemos irnos a jugar». En lugar de «¿pero qué has hecho? ¿por qué lo has tirado todo?«, mejor «¿necesitas ayuda para recoger lo que se ha caído? ¿sabes dónde guardar cada cosa?«.
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El castigo genera más frustración, así que hay que evitar su uso. Se puede negociar con intercambios: «si recoges eso antes de salir, me llevo al parque la pelota que te gusta«.
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Para manejar patadas y bofetones lo mejor es buscar salida a ese impulso: agarrarles la mano y mostrarles cómo pueden hacer para acariciar o para chocar la mano, buscar algo contra lo que puedan dar una patada sin hacer daño a otros o a ellos mismos.
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Una vez que estalla: si están en un lugar público (supermercado, centro comercial) llevarlos a un lugar tranquilo y apartado donde poder calmarles. Si están en casa, colocarles en un lugar donde no puedan hacerse daño ni hacérselo a otros.
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Dejar que chillen o lloren lo que necesiten y tratar de abrazarles fuerte dando contención (como si fueran un bebé). Podemos ayudarles a calmarse con nuestra respiración, consuelo, cantando o contando hasta diez cada vez más bajito.
Trucos para manejar las rabietas con hermanos o gemelos
Ante la llegada de un hermanito
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Podemos darle ciertas prioridades al hermano mayor. Se le puede dejar ir a la cama más tarde; o que sea él quien llame al timbre; entre primero en el coche; se le lea un cuento primero, etc…
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Podemos pedirle que nos ayude de alguna manera, ya que él es el mayor (a lo mejor en la cocina cuando estamos preparando la cena o que nos ayude a sacar la ropa del pequeño o a vestirle). Debemos tratar de valorar que él es el primer hijo y que eso se nota en algo.
En caso de gemelos o mellizos
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Probablemente uno de ellos haya empezado a mostrar más rabietas, bien porque está más desarrollado a nivel cognitivo (no hay que olvidar que las rabietas son un paso evolutivo) o bien porque le resulta más fácil expresarse a través de la rabia que a través del llanto.
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Cuando hay gemelos o mellizos, existe cierta tendencia a que se diferencien en el temperamento y que tengan caracteres diferentes. Lo más aconsejable es que cuando uno de ellos tenga una rabieta, pongáis en práctica todas las pautas anteriores.
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No es fácil evitar que el hermano que no tiene rabietas imite al hermano que las tiene. El hecho de que no vea una rabieta tampoco asegura que el hermano vaya a presentar comportamientos similares un poco más adelante (aunque lo más habitual es que cada uno se comporte de manera diferente ante la misma situación).
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En cualquier caso si el hermano está presente cuando vosotros conseguís manejar las rabietas del otro hermano, esto se convierte en un aprendizaje que les sirve para los dos.
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