A los bebés de biberón les cuesta más que a los bebés de pecho cambiar de alimentación. Sin embargo, es muy importante que el niño de 1 a 2 años pruebe nuevos alimentos para llegar a comer como un adulto. ¡No te preocupes si se mancha o coge los alimentos con las manos! Esto es fundamental para que el niño de más de 1 año se acostumbre a nuevas texturas y aprenda a utilizar los cubiertos de forma adecuada.
Por lo general, los niños que toman el pecho cambian con facilidad a la alimentación «normal» de su familia. A fin de cuentas, la leche materna cambia de sabor a menudo y están acostumbrados a eso.
Además, estos bebés suelen pasar más tiempo en brazos de sus padres y van «probando» alimentos cuando ellos comen. Es algo natural.
De esa forma, el bebé se acostumbra a otros sabores y texturas y se puede comprobar qué tal le sienta una pequeña cantidad de ese nuevo alimento.
Los que toman biberones, en cambio, siempre toman leche de igual sabor. Además, en general sus padres les alimentan según una pauta más rígida, por lo general dictada por su pediatra.
Pasan del biberón a la papilla y luego al puré. En general tardan mucho tiempo en probar los alimentos sólidos.
A veces se debe a que los padres tienen miedo de que el bebé se atragante.
El caso es que si el niño no empieza a coger con las manos alimentos y a roerlos por sí mismo cuando sus manos y su boca están preparadas para aprender a hacerlo, más adelante quizá se niegue a intentarlo.
Para algunos padres, que el bebé toque la comida, use los dedos, desmenuce alimentos o los derrame… es un motivo de preocupación o de enfado.
Sin embargo, el bebé desea conocer a fondo aquello que come. Lo explora y, si se le permite hacerlo sin agobios ni normas, ni reprimendas, tarde o temprano aprenderá a usar los cubiertos de forma adecuada.
La hora de comer será placentera y padres y bebé disfrutarán.