En un estudio científico se ha encontrado que el uso del chupete mantenido en el tiempo puede estar asociado a la aparición posterior de alteraciones del lenguaje. Por ello, se recomienda a los padres que decidan dar un chupete a su bebé, que lo hagan de manera selectiva, sólo para determinadas situaciones.
En un estudio científico realizado por un grupo de investigadores de la Corporación de Rehabilitación Club de Leones del sur en Chile se ha encontrado que el uso inadecuado del chupete o el hábito de chuparse el dedo mantenido en el tiempo podrían afectar negativamente al desarrollo del lenguaje.
En este estudio se evaluó la relación entre las conductas de succión de los niños (excepto las asociadas a la lactancia materna) y la aparición de alteraciones en el desarrollo del lenguaje de los mismos.
Se encontró que la costumbre del niño de meterse objetos en la boca para satisfacer su necesidad de succión no nutritiva obstaculiza el ejercicio libre de los músculos faciales esenciales para el desarrollo del habla.
Es decir, cuando el niño tiene el chupete dentro de su boca, no puede realizar casi ningún movimiento bucoarticulatorio. Por tanto, no está ejercitando los movimientos que necesitará poner en práctica para poder hablar.
Sin embargo, los niños que no llevan dentro de su boca ningún objeto practicarán de manera espontánea los movimientos bucoarticulatorios necesarios para el posterior desarrollo del habla.
En el mencionado estudio se concluyó que los niños que usaban chupete o se chupaban el dedo durante más de tres años, multiplicaban por tres el riesgo de presentar algún problema en su desarrollo del lenguaje.
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Uso excesivo del chupete y trastornos del lenguaje
El uso excesivo del chupete reduce la práctica de los movimientos bucoarticulatorios necesarios para el desarrollo del habla. También reduce las conductas de comunicación verbal de los niños que lo usan.
Así pues, el niño que lleva un chupete metido en su boca no puede emitir sonidos articulados para comunicarse. De esta manera, está viendo mermadas las oportunidades de utilizar un incipiente lenguaje verbal para comunicarse.
Por ejemplo, el bebé que va por la calle y ve un perro y dice “guau” o un coche y dice “brum” está comunicando al adulto lo que ve, está expresando verbalmente lo que percibe y le llama la atención. Por lo tanto, está comenzando a utilizar un rudimentario lenguaje verbal para comunicarse.
De la misma manera, los bebés que no llevan ningún objeto dentro de su boca emiten más cantidad de balbuceos, gorjeos y canturreos que los que llevan un chupete o el dedo. De esta manera, a través del gorjeo, el bebé está ensayando los sonidos que necesitará después para hablar.
Por otra parte, el niño que está succionando un chupete o el dedo se centra en realizar esta actividad. Invierte parte de su atención y energía en ello. La succión en sí misma le reconforta y aporta bienestar. Por ello, la acción de succionar un chupete en sí mismas pueden reducir la interacción del niño con su entorno. El niño se centra en la succión en detrimento de la comunicación con otras personas y de la observación y exploración activa de su entorno.
Por ello, se recomienda que los padres que decidan ofrecer un chupete a su bebé, lo hagan sólo en determinadas situaciones, cuando el niño realmente lo necesita. No es aconsejable ofrecer el chupete constantemente, de manera indisriminada.