Todos los niños, desde muy pequeños, juegan. Jugar les divierte y entretiene. Pero el juego infantil no sólo tiene una función lúdica. El juego es la herramienta que tienen los niños para desarrollar sus capacidades (psicomotricidad, atención, memoria…). A través del juego conocen su entorno y a sí mismos. Además, jugando ensayan conductas útiles para el futuro y es la manera esencial de socializarse y relacionarse con los demás.
El juego les permite desarrollar su creatividad. Para que los niños reciban la estimulación adecuada, los adultos pueden ayudarles, motivarles, particpar y dirigirles con los juegos.
A los dos años, los niños ya son capaces de hacer muchas cosas, aunque, no obstante, tienen dificultades para coordinar movimientos, abrochar botones… Como consecuencia de esto preferirán jugar con objetos grandes en lugar de pequeños. Algo tan sencillo como un trozo de pañel, una caja para meter y sacar cosas de ella o lapiceros de colores.
A esta edad desarrollan una gran actividad para los juegos simbólicos y usan muñecos para representar escenas de la vida cotidiana.
Cuando hay varios niños jugando con objetos, puede ocurrir que dos de ellos se decanten por un mismo juguete. El adulto debe convencer a uno de ellos de que cualquier otro es mucho mejor que el que tiene su compañero.