Está demostrado que insistir en exceso para que un niño coma un determinado alimento suele dar resultados contradictorios o negativos. Convertir la comida en un “problema” significa que el niño sea el centro de atención y refuerza su comportamiento negativo.
Algunos «caprichos» o manías pueden consentirse: tarde o temprano, el niño se cansará de comer todos los días lo mismo.
La alimentación debe ser variada, pero si los alimentos que prefiere el niño aportan todos los nutrientes esenciales, tampoco hay que llevarlo al extremo. Para comprobarlo, basta con ver si el niño está alegre y activo y su crecimiento se mantiene.
La mayoría de los adultos ha tenido alguna manía en sus alimentos cuando niños. Tarde o temprano, la mayoría de las personas come «de todo» (lo que puede).