La hepatitis B es una enfermedad vírica que puede transmitirse por vía perinatal (de madre a hijo durante la gestación), sexual o parenteral (por un pinchazo, por ejemplo). Puede ser asintomática, pero puede llegar a ser muy grave. Muchos adultos son portadores crónicos. Es una enfermedad que no tiene tratamiento. Existe una vacuna que previene el contagio de esta enfermedad con una eficacia muy elevada.
La causa se debe a un virus DNA llamado virus de la Hepatitis tipo 1. Este virus afecta a los humanos y en algunas zonas del mundo es más frecuente que en otras.
El virus se encuentra en la sangre y líquidos del cuerpo, como las lágrimas y la saliva de las personas portadoras del virus, tengan o no síntomas de la enfermedad.
Muchos de los casos de pacientes portadores del virus (30-40%) lo han adquirido en la infancia.
Según las condiciones económicas, sanitarias y culturales de los países, predominará una forma de transmisión u otra:
1.- Vertical o perinatal: el virus pasa de la madre al hijo, durante la gestación.
2.- Horizontal: por contacto de persona a persona.
3.- Sexual
4.- Parenteral: a través de una herida o pinchazo, una persona puede ser contaminada si entra en contacto con la sangre, líquidos del cuerpo u órganos infectados.
El periodo de incubación oscila entre los 30 y 180 días.
En la mayoría de los casos no hay síntomas.
Puede haber manifestaciones variadas y leves, pero no específicas: inapetencia, náuseas, vómitos, cansancio, dolores difusos …
Pasadas una o dos semanas, puede aparecer la ictericia (piel de color amarillento) y síntomas de daño del hígado: heces claras, orinas oscura e inflamación del hígado. A partir de entonces se pueden detectar las alteraciones y las alteraciones bioquímicas mediante un análisis de sangre.
La recuperación completa de la hepatitis b puede durar hasta 3-4 meses desde el inicio de la ictericia.
Existe una forma de hepatitis b llamada fulminante, que de forma muy precoz ataca al cerebro y produce alteraciones de la coagulación. Es muy grave.
Un 5-10% de los adultos pasan a ser portadores crónicos.
De éstos, algunos no tienen ningún síntoma. Y otros pueden desarrollar una hepatitis crónica persistente, que puede conducirles a una hepatitis crónica activa, con o sin cirrosis. A largo plazo, estos pacientes pueden llegar a tener un cáncer de hígado.
¿Cómo puede tratarse? ¿Tiene tratamiento?
Una vez adquirida la hepatitis B no tiene tratamiento.
Es preciso realizar análisis a menudo para saber si la enfermedad se ha hecho crónica.
Las personas cercanas al enfermo deben vacunarse.
Desde 1991 se pone la vacuna de forma paralela a dos poblaciones de niños: recién nacidos y adolescentes.
Esta vacuna, obtenida por ingeniería genética, apenas tiene efectos secundarios.
La eficacia de esta vacuna es muy alta: el 95-98% de las personas tienen anticuerpos protectores después de recibir tres dosis de la vacuna. No obstante, su eficacia es mayor en niños y adolescentes que en los adultos de más de 40 años.