Niños 9 a 11 añosMi hijo entre los 9 y 11 años me contesta mal, ¿Por...

Mi hijo entre los 9 y 11 años me contesta mal, ¿Por qué?

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Todos hemos oído más de una vez en boca de algún padre decir: «este niño es un contestón». Pero ¿por qué pasa esto? ¿por qué hay un momento en que los hijos dejan de idolatrarnos, si es que alguna vez lo hicieron? La respuesta es sencilla: se trata de una fase más del crecimiento. A nivel emocional a partir de los 9, 10 y 11 años los niños necesitan desvincularse afectivamente de la figura de los padres y reafirmar su personalidad.

En su crecimiento los niños necesitan crear su propia personalidad y diferenciarse de sus padres. En ocasiones la salida más fácil para esto es diferenciarse de lo único que conocen, de la familia. Así se inicia una temporada de malas contestaciones que puede continuar hasta la adolescencia.

Cuando son pequeños, todos los hijos piensan que sus papás son los mejores en todo: los más guapos, los más buenos, los más fuertes. A nivel emocional dependen tanto de sus padres que su propia autoestima se basa en lo guapos, fuertes y felices que perciben a sus padres.

A medida que van creciendo, este sentimiento de adoración se vuelve poco a poco más realista y, llegado un momento, empiezan a pasar al polo opuesto: sus padres lo hacen todo mal y no saben.

¿Por qué los hijos dejan de idolatrar a sus padres?

Desde el punto de vista de su desarrollo cognitivo

Primero, porque su propio desarrollo cognitivo favorece que su pensamiento sea cada vez más realista y crítico. La etapa en la que los niños piensan que sus papás son los mejores en todo, propia de los 3, 4 y 5 años, corresponde más a un pensamiento de tipo mágico.

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A partir de los 6 años, su pensamiento poco a poco se vuelve más lógico y racional pero el vínculo emocional con las figuras paternas sigue siendo muy fuerte y todavía no son capaces de ver que sus padres no son del todo perfectos.

Sin embargo, a partir de los 9, 10 y 11 años, su pensamiento se vuelve crítico y los niños empiezan a entender que cada suceso o hecho tiene ventajas e inconvenientes. Así, son capaces de ver que sus padres, compañeros o conocidos a veces actúan bien y otras no tan bien.

Desde el punto de vista de su desarrollo emocional

En segundo lugar, su desarrollo emocional genera la necesidad de desvincularse afectivamente. Es por esto que, muchas veces, creen que sus padres hacen las cosas mal y que deberían hacerlas de otra manera. Les critican y dejan de acatar complacientemente lo que sus padres ordenan.

Este momento es comparable a la «etapa del NO» que viven los niños en torno a los dos años. Igual que en ese momento, necesitan reafirmar su identidad pero esta vez en lugar de hacerlo mediante rabietas, lo consiguen mediante la crítica y las malas contestaciones.

¿Cómo manejar las malas contestaciones?

Ante todo, debemos tener claro que no es algo personal contra nosotros para que no afecte a nuestra autoestima y evitar así que nos puedan sacar de quicio. Las malas contestaciones van dirigidas hacia nosotros como figura paterna o representantes de la autoridad familiar.

  • Lo más conveniente es no entrar en una lucha directa. Evitar contestaciones del tipo: ¿qué has dicho? o «mírame a la cara» y «repítemelo si te atraves»… Aquí nos estamos poniendo a su altura. Nos sentimos heridos o infravalorados como padres y les estamos haciendo ver que pueden con nosotros.
  • Cuando oímos una mala contestación lo que se puede hacer es en este orden: respirar hondo, contar hasta cinco y tratar de averiguar qué hay debajo de ese enfado que nos lanzan hacia nosotros, la mayoría de las veces de manera injustificada. Podemos usar frases del tipo: «entiendo que no te gusten las normas que hay en esta casa»…. «No sé qué te pasa» o «No entiendo por qué te enfadas conmigo»… Y, a continuación, mantenernos firmes en lo que estábamos diciendo o haciendo.
  • Es muy importante, a nivel de la pareja, que uno de los conyuges no aproveche la ocasión de las disputas con el hijo para cargar contra el otro.
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¿Cuándo las malas contestaciones son un problema?

En el desarrollo estándar de un niño, una vez superada la etapa de las rabietas, llega un periodo tranquilo. Si se ha establecido un buen vínculo afectivo, los niños serán obedientes y respetuosos… durante un tiempo. Después de esta fase, a partir de los 9, 10 o más bien 11 años, los niños empiezan a criticar nuestras acciones y a contestar de malos modos en algunas ocasiones.

Podemos considerar que las malas contestaciones se han vuelto un problema cuando:

  • Suponen la mayoría de las interacciones entre un hijo y sus padres.
  • Cuando desde la primera infancia las relaciones padres hijos no hacen más que deteriorarse siguiendo una escalada de tensión creciente.
  • Cuando los padres terminan poniéndose al nivel del niño y pierden los papeles de manera recurrente.
  • Cuando las malas contestaciones se han convertido en insultos y desprecios exagerados.

Sobre el autor

Ainhoa Uribe
Ainhoa Uribe es psicóloga por la Universidad Autónoma de Madrid. Toda su carrera profesional ha girado en torno al trabajo con niños y adolescentes, desde bebés hasta adolescentes. Se dedica a la práctica privada en consulta ofreciendo terapia enfocada a la etapa infanto juvenil desde hace más de 10 años. Formada como psicoterapeuta individual y de grupo en la Universidad Pontificia de Comillas y especializada en Terapia Infantil Gestáltica y en trauma y apego. htts://www.aitta.es

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