Los niños de 1 a 2 años utilizan las rabietas como estrategia para conseguir lo que quieren. Esta forma de comportarse no es adecuada. Los padres debemos enseñar al niño otras estrategias para conseguir lo que desea. También debemos enseñarle a tolerar la frustración. Por ello es fundamental que no fomentemos las rabietas, que éstas dejen de ser eficaces para el niño y, así, desaparezcan.
Determinadas actitudes por parte de los padres no sólo no ayudarán a calmar la rabieta del niño, sino que , de manera indirecta, le volverán más vulnerable a sus propios arrebatos de ira.
Es natural inquietarse o alterarse ante la rabieta de un niño, más aún si se trata de nuestro hijo. Sin embargo, estas son las reacciones que, ante todo, debemos evitar:
- Darle un cachete. En general solo ayudará a que empeore la rabieta. (Indica que el niño ha perdido el control y sus padres también).
- Gritarle. Serán dos personas gritando a dúo, sin escucharse. Subirán el tono.
- Ceder al capricho, “para que no monte el numerito”. Esto equivale a premiar al niño por el berrinche. Y por tanto aprenderá que, la próxima vez, solo tiene que llorar un poquito más. Y volverá a intentarlo.
- Ceder por las presiones de la pareja, los abuelos o las personas que estén presentes. Es una situación incómoda, pero es usted quien debe manejarlo ahora y en el futuro.