La lactancia materna prolongada es aquella cuya duración supera los 2 años de edad del lactante. Es la lactancia que presenta una duración superior a la de la mayoría de las madres de un grupo cultural concreto. Puesto que existen grandes prejuicios sociales hacia este fenómeno, se dispone de muy poca información sobre el amamantamiento continuado. Por esta razón, las madres que deciden no interrumpir precozmente la lactancia suelen contar con poco apoyo social y profesional.
Se entiende por lactancia materna prolongada aquélla que se mantiene más allá de los 2 años. Esta definición se basa en las recomendaciones de la OMS de alimentar exclusivamente con leche materna al bebé hasta los 6 meses y continuar con la lactancia, además de los alimentos complementarios hasta, al menos, 2 años.
La lactancia materna prolongada también puede definirse como aquella cuya duración es superior a la de la mayoría de las madres de su grupo cultural y social. Esta definición se centra en el carácter sociocultural de la estimación de lo que es una “duración normal” de la lactancia.
La mayoría de las mujeres occidentales finalizan la lactancia en los primeros meses. Pero cuando alguna madre decide que quiere continuar con la lactancia durante más tiempo, se encuentra con poco apoyo profesional en esta etapa. Además, la información disponible en nuestro medio sobre una lactancia continuada es escasa. Esto incrementa la dificultad de las mujeres que desean amamantar a sus hijos durante un tiempo mayor.
Amamantar a un niño que habla, come de todo y camina supone un nuevo reto para la madre, la cual podrá necesitar consejo y apoyo profesional, puesto que en su entorno se encontrará muchas críticas y reticencias al respecto.
ÍNDICE DE CONTENIDOS
¿Por qué deciden las madres continuar con la lactancia?
Muchas personas se preguntan por qué algunas madres deciden continuar con la lactancia durante más tiempo, puesto que no es habitual en nuestra cultura amamantar más allá de unos meses.
La explicación científica de este fenómeno se basa en que la lactancia induce la producción de oxitocina, la cual influye en el comportamiento de la madre provocando una mejora del comportamiento social. Aumenta su capacidad de escuchar y su tolerancia a actividades repetitivas, lo cual la hace más receptiva a las necesidades de su hijo.
Además, el amamantamiento tranquiliza al niño, facilita que se calme y mejora su sistema inmunitario, evitando o disminuyendo la gravedad de las infecciones típicas de la primera infancia. Todo esto aumenta el placer que el amamantamiento produce a madre e hijo.
Es un hecho que los niños normalmente no se destetan espontáneamente antes de los 3 años de edad. Por ello algunas madres deciden esperar a que sus hijos estén preparados para el destete natural, evitan un destete prematuro y continúan dando el pecho a sus hijos durante más tiempo que el que estipula la sociedad en la que viven.
La lactancia prolongada, o lactancia no interrumpida, aporta numerosos beneficios a la madre y al niño. Contrariamente a lo que se cree de manera generalizada, no genera niños dependientes de sus madres. Los niños se destetan cuando están preparados para ello sin que la duración de la lactancia influya en su nivel de independencia y autonomía.
Asimismo, la leche materna continúa siendo un alimento altamente nutritivo durante todo el tiempo que se mantiene la lactancia. Por todo ello, no interrumpir la lactancia antes de tiempo es muy recomendable, pese a las presiones sociales existentes en contra de la misma.