La lactancia materna es, según la comunidad científica, la forma más adecuada de alimentar al bebé y, además, es una experiencia muy gratificante para la mujer que da el pecho. Asimismo, es un acto de comunicación y relación afectiva entre el bebé y su madre.
La lactancia materna era la forma habitual de alimentar a los bebés hasta el primer tercio del siglo XX. Después se produjo un «boom» de la lactancia artificial y muchas mujeres dejaron de dar el pecho a sus hijos.
En la actualidad se conoce mejor la composición de la leche materna, que se adapta a las necesidades de cada niño y los mecanismos de producción.
Por ello, la comunidad científica apoya de forma más activa la lactancia materna. Pero sobre todo, es la experiencia gratificante de las mujeres que dan el pecho a sus bebés la que está animando a otras mujeres a hacer lo mismo.
Casi todas las mujeres producen leche tras el nacimiento de sus hijos y consiguen dar de mamar con éxito. Dar el pecho es beneficioso no sólo para el bebé, sino también para la madre, ya que le ayuda a recuperarse del embarazo y del parto.
La leche que produce cada madre es diferente, y la que los bebés succionan en cada tetada también es distinta, ya que se va adaptando a las demandas y necesidades del niño.
En caso de tener alguna duda sobre la lactancia hay expertos, instructores prenatales, grupos de ayuda y otras mujeres que dan de mamar a sus hijos satisfactoriamente que pueden ofrecer orientación.
Existen numerosos grupos de apoyo a la lactancia que proporcionan ayuda y consejo de mujer a mujer con conocimientos actualizados sobre esta forma de alimentar al bebé.
Una de las organizaciones pioneras en este campo es La Liga de la Leche Internacional con ramas en casi todos los países del mundo.
Además de estos grupos, también el obstetra y el pediatra pueden proporcionar información médica, así como ánimo y apoyo.