EducaciónConsejos para ayudar al niño a definir su preferencia lateral

Consejos para ayudar al niño a definir su preferencia lateral

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Los padres debemos fomentar una buena definición de la lateralidad de nuestros hijos y esto ha de realizarse en los primeros años de vida. Es importante estimular el movimiento del bebé de ambos lados del cuerpo por igual. Cuando el niño es un poco mayor, podemos proponerle juegos de movimiento para que experimente con ambos lados.

Los padres podemos hacer varias cosas para fomentar la definición de la preferencia lateral.

Podemos ayudarles a que no tengan limitaciones a la hora de lateralizarse. Sin embargo, no podemos «forzarles» a que sean diestros o zurdos.

Los padres tenemos la oportunidad de acompañarles en este proceso desde el mismo momento del nacimiento. En los primeros meses de vida es importante observar a nuestro hijo y ¡mucho!

Tenemos que saber que el desarrollo de la motricidad pasa por unas fases. Primero los niños adquieren la capacidad de girar la cabeza y descubren sus manos: se las chupan y cogen objetos a partir de los 3 meses. A partir del cuarto mes adquieren la capacidad de dar la vuelta y colocarse boca abajo. En torno al séptimo mes, colocado boca abajo realiza giros alrededor de su ombligo y para el octavo mes comienza a arrastrarse. Primero como un reptil y más adelante gateando. Al iniciar el gateo suele aprender a sentarse por sí solo y al poco, consigue ponerse de pie apoyándose en algo. Entorno a los 14 meses inicia la marcha, que poco a poco irá perfeccionando.

En todo este tiempo, lo que nos debe preocupar es que el bebé sea igual de capaz de usar un lado del cuerpo que el otro. Es decir, que abra ambas manos por igual, que voltee de boca arriba a boca abajo hacia ambos lados, que utilice ambas manos para ayudarse en el arrastre y que, poco a poco, su movimiento pase de ser homolateral (mueve al tiempo mano y pie del mismo lado) a contralateral (mueve al tiempo mano de un lado y pie del otro), más visible esto en el gateo.

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Si vemos que algo de esto no sucede así, podemos ayudarle a que utilice la mano que usa menos, o el pie que nunca apoya para ponerse de pie guiándole nosotros en dicho movimiento y poniéndole en situaciones en las que se vea forzado a usar esa mano o pie. Por ejemplo, podemos colocar un sonajero que le gusta al alcance de la mano que menos mueve, impidiéndole que use la otra para forzar un poco ese movimiento.

Otro hito importante de la motricidad (motricidad fina en este caso) es el uso de la pinza digital: manipular objetos pequeños y poder cogerlos entre los dedos pulgar e índice. Se empieza a desarrollar en torno a los 10 meses y es paralelo al uso del dedo índice para señalar. Es importante que sea capaz de realizar la pinza con ambas manos dado que este es el movimiento básico para, años más tarde, coger el lápiz. Si observamos que no lo realiza igual de bien con ambas manos, podemos ejercitar el movimiento ofreciéndoles papeles o monedas que pueda transportar de un sitio a otro.

Una vez que el niño domina a la perfección la deambulación: camina con equilibrio y armonía moviendo al mismo tiempo un pie mientras balancea la mano contraria, se iniciarán otros tipos de deambulación: caminar de puntillas alrededor de los 20 meses, saltar con los pies juntos a los 23/24 meses, correr, alternar los pies al subir escaleras sobre los 29 meses y ponerse a la pata coja en torno a los 30 meses.

A partir de esta edad es cuando empezamos a ver clara la preferencia lateral y ha llegado el momento de potenciar su definición. Si observamos una clara preferencia, nuestra ayuda va encaminada únicamente a afianzarla. Podemos realizar multitud de juegos donde forzarles a usar la mano predominante: puzzles y encajes, construcciones, títeres de dedo, manejo de dados, fichas o cartas e incluso identificar objetos por el tacto usando la mano dominante.

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En los juegos podemos introducir la concordancia mano-ojo pidiendo que empujen un balón o un globo hacia una diana visual e igualmente con el pie si se chuta un balón para meterlo en una portería. Así mismo podemos insistir en la dominancia de una mano con las actividades caseras diarias: cepillarse los dientes, abrir una puerta, peinarse, comer, cortar el pan. En cualquier caso es mejor no utilizar actividades con lápices en casa para no interferir con lo que se les enseñe en la escuela.

Si a esta edad la preferencia lateral no resulta clara, mejor no forzar el uso de una mano o pie determinado pero sí afianzar los desarrollos previos: carreras a gatas, gatear hacia delante y hacia atrás, arrastrarse como un reptil, jugar a tumbarse en el suelo y ponerse de pie lo más rápido posible al oír una señal y todo cambiando ritmos lento y rápido, marcha-paro. Si superados los 36 meses no observamos una tendencia siempre nos queda la posibilidad de recurrir a un profesional que nos indique ejercicios concretos para nuestro hijo.

Sobre el autor

Ainhoa Uribe
Ainhoa Uribe es psicóloga por la Universidad Autónoma de Madrid. Toda su carrera profesional ha girado en torno al trabajo con niños y adolescentes, desde bebés hasta adolescentes. Se dedica a la práctica privada en consulta ofreciendo terapia enfocada a la etapa infanto juvenil desde hace más de 10 años. Formada como psicoterapeuta individual y de grupo en la Universidad Pontificia de Comillas y especializada en Terapia Infantil Gestáltica y en trauma y apego. htts://www.aitta.es

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