Los niños de entre 3 y 5 años experimentan una gran evolución en lo relacionado con el sueño. Su forma de dormir se parece cada vez más a la del adulto. Los despertares nocturnos comienzan a reducirse y empiezan a dejar de echarse la siesta. No obstante, seguirán necesitando apoyo y compañía por parte de sus padres para quedarse dormidos.
En la etapa de los 3 a 5 años de edad, el sueño de los niños madura y comienza a parecerse más al sueño del adulto.
A partir de los 3 años empezarán a producirse menos despertares nocturnos y, alrededor de los 5 años de edad, estos despertares prácticamente habrán desaparecido. Además, hacia los 3-4 años, los niños dejarán de echarse la siesta.
A partir de los 3-4 años, el niño ya posee habilidades cognitivas que le permiten saber qué necesita para tranquilizarse y relajarse. Así, a esta edad los niños pueden empezar a pedir lo que necesitan para poder dormir mejor, como que se les cuente un cuento, se les cante o se les deje una luz tenue encendida. Responder a estos requerimientos de los niños es fundamental para proporcionarles unas condiciones óptimas para el sueño y el descanso.
Entre los 5 y los 6 años de edad, la mayoría de los niños resolverán espontáneamente los problemas con el sueño que tuviesen en etapas anteriores (como, por ejemplo, los despertares nocturnos o no querer dormir solos). Esta resolución natural de los problemas asociados al sueño se debe a la maduración y desarrollo del propio niño.
A los 5 años de edad, el desarrollo del lenguaje y del pensamiento del niño le permite pedir y dar información, expresar sentimientos entender explicaciones cada vez más complejas. Esta incipiente capacidad permite al niño comprender mejor lo que el adulto le trasmite, también en lo relacionado con el sueño. De este modo, el niño puede comprender que sus padres están durmiendo en la habitación de al lado y que acudirán si él les llama. Esto favorece la autonomía y la seguridad del niño en lo relacionado con el sueño
No obstante, en la etapa de 3 a 5 años es muy habitual que los niños sigan necesitando apoyo por parte de sus padres para conciliar el sueño. Así, no es de extrañar que muchos niños de estas edades requieran que su madre o su padre les hagan compañía hasta que se quedan dormidos. Se estima que los niños consiguen dormirse solos hacia los 7 años de edad.