La experiencia me dice que el momento final se va acercando (sí, soy consciente de que parezco una abuela en sus últimos días), pero es que hay una serie de señales que me llevan a creerlo (una abuela entre metafísica y esotérica).
Intento hacer un esfuerzo de tipo científico para mi pobre cerebro de letras, y tras un buen rato de autoanálisis consigo clasificar estos signos en dos categorías.
Las señales de parto de carácter físico, propias de la recta final del embarazo, y las señales de parto de carácter emocional o psicológico, no menos importantes que las primeras. ¡Ay madre!, que ya no falta nada.
ÍNDICE DE CONTENIDOS
Señales de parto de carácter físico
Comencemos por los de carácter físico, objetivos y comunes, supongo, con la mayoría de vosotras.
Ganas frecuentes de orinar
Para empezar, mi vejiga ha ido menguando durante estos últimos meses hasta alcanzar el tamaño de un almendruco, lo cual se traduce en un par de visitas al baño por noche (siempre y cuando la noche se nos dé bien, no llore la niña, y deje de beber agua a partir de las 10 p.m.; lo tengo calculado). No pasaría nada si ahí quedase la cosa, pero es que el segundo de los síntomas hace su aparición acto seguido: el insomnio.
Dificultad para dormir
Ya nos lo advirtieron “con todo cariño” en las clases de preparación al parto de Sarita: “No os preocupéis si veis pasar las horas en blanco. Se trata de una preparación del propio cuerpo para lo que se os viene encima durante la crianza: teta +gasecitos cada tres horas (¡Ahí queda eso! ¡Para ir dándote ánimos!). Pues bien, no sé si será cierto, pero en mi caso también ayuda a la vigilia el taller ilegal de CD´s que han montado todo un ejército de chinos en el piso de arriba (no sé si llegué a comentar que tras la mudanza cada vez me convenzo más de que la escalera de mi casa es un híbrido entre “Aquí no hay quien viva” y la siniestra “Comunidad” de Álex de la Iglesia).
Ardor de estómago
Perdón por las digresiones pero es que mi cabeza me supera. Solo otras causas de tipo físico que podríamos añadir a las ya mencionadas: ardor de estómago hasta con el quesito de Burgos, panza tamaño Obelix que te obliga a ir reculando (y desplazando al pariente) para poder girar en la cama, pasar de la sensación de náusea a comerme tres polvorones etc., etc.
Señales de parto de carácter psicológico
Las señales de orden psicológico no son menos reveladoras.
Frecuentes cambios de humor
En primer lugar, la que más afecta a mi personalidad últimamente: me he convertido en un ser bipolar (o tripolar o…) que tan pronto reacciona como Jeckyl que como Hyde, o que directamente se sale por peteneras. Salto del exabrupto al puchero sin solución de continuidad, y veo como el santo de mi chico se va ganando su palco en el cielo. Otro cantar es lo de mi hija: presiento que me va a cobrar en psicólogos cada uno de los gritos que le pego sin venir a cuento. A Dios gracias, todavía es pequeña y por lo tanto, tiene una “memoria de pez” muy poco rencorosa (a los dos minutos su mente se vacía y olvida tanto la tarde de juegos que le has dedicado como la bronca innecesaria). En fin, ya veremos cuando llegue a la adolescencia y no soporte a la histérica de su madre…
Aumento de la líbido
Por último, cierro este capítulo con el más patético de todos mis síntomas: las fantasías (sí, fantasías de esas…) con mis ginecólogos. Puedo hablar en plural porque voy por el segundo, y los sueños erótico-festivos se repiten tan a menudo como cuando nació Sarita. En la consulta me muero de vergüenza pero, ¿qué le voy a hacer? Es algo que se escapa de mis manos. En principio me preocupé, pero me ha dicho mi analista que no me angustie, que no estoy salida, que solo se trata de la necesidad de confianza ante una situación que me aterra: el parto.
¿Cómo afrontas la inminencia del parto? ¿Te da la ansiedad por comer? ¿También sueñas con tu ginecólogo?
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