Por norma general, el biberón se ofrece al bebé cada 3 ó 4 horas y en una cantidad determinada. Esto genera, muchas veces, que los bebés lleguen a la toma con demasiada hambre o que no sean capaces de terminarse la cantidad de leche que se les ha preparado. Sin embargo, el biberón, al igual que el pecho, puede y debe ofrecerse a demanda.
En cuanto a la lactancia materna, progresivamente se va extendiendo la idea entre padres y profesionales que ésta debe administrarse a demanda; es decir, que debe ofrecerse el pecho al bebé cada vez que éste dé muestras de intranquilidad o incomodidad (síntomas de que podría tener hambre).
Sin embargo, cuando se trata de lactancia artificial, esta idea no está prácticamente nada difundida. Se asume que el biberón ha de ofrecerse con una frecuencia y periodicidad establecida por el adulto, así como en una cantidad determinada por éste.
En este punto cabe cuestionarse que si al bebé amamantado le beneficia la alimentación a demanda, ¿por qué no iba a ser esto beneficioso para el bebé alimentado con biberón?
Muchas personas piensan que la leche de fórmula no puede darse a demanda porque no es tan fácilmente digerible como la leche materna.
Sin embargo, el sistema digestivo del bebé se puede autorregular de tal manera que el pequeño demandará alimento cuando sienta hambre, es decir, cuando haya digerido lo anteriormente consumido.
Así, el biberón puede darse a demanda, ofreciéndoselo al bebé cada vez que éste dé muestras de hambre.
Del mismo modo, el bebé querrá dejar de succionar el biberón cuando se sienta saciado, independientemente de las recomendaciones de cantidad en función de la edad que se establezcan en los envases de leche artificial.
Si se permite al bebé autorregularse en cuanto a frecuencia de tomas y cantidad de ingesta en cada toma se le estará permitiendo alimentarse de una manera beneficiosa para él y para sus padres.
Ofrecer el biberón a demanda, confiando en la capacidad natural de bebé para autorregularse favorece el establecimiento de hábitos alimenticios adecuados, pues la madre no entrará en conflicto con su hijo por la cantidad de leche que toma ni se angustiará porque el bebé no se ha terminado el biberón.